martes, 22 de mayo de 2018

Luigui, el italiano cocinero.

Érase una vez un italiano llamado Luigui. A sus 9 años de edad ya sabía cocinar platos de todo tipo, desde un sencillo arroz con verduras a un complejísimo plato de espaguetis a la carbonara. Bueno, quizá no es tan complejo, pero la salsa carbonara no es nada fácil de conseguir. 
Sus padres eran unos italianos un tanto peculiares. No les gustaba nada la cocina italiana y precisamente por ello prohibían a Luigui que cocinara sus sabrosos platos. 
A medida que fue creciendo, Luigui se adentraba más en las entrañas de las comidas típicas italianas y adquiría conocimientos tales como el del mismísimo Franchesco Viazzi, un famoso chef, ya entrado en años, que era conocido internacionalmente por sus maravillosos platos con ingredientes totalmente secretos que el chico descubría solo con olerlos. 
Cuando cumplió 19 años, cansado de que sus padres no aceptaran su vocación, se marchó de casa, sin intención de volver, consciente de que no tenía ningún sitio a donde ir.

 -No necesito vuestro techo lleno de reproches,- dijo antes de salir por la puerta de la vieja casa donde vivía- algún día seré una persona reconocida y os arrepentiréis de no haberme querido tal como soy.

A la mañana siguiente, Luigui se encontraba solo en un banco, sin nada para comer, muerto de frío por la helada noche de invierno que había pasado sin una triste manta que lo arropara.

   -Oye, ¿tú no eres Luigui Trulli?- escuchó de repente entre el chascarreo continuo que hacían sus dientes.
   -Ese mismo.
   -Encantado, yo soy Valentino, vivo por aquí cerca. Bueno, tan cerca que vivo en éste mismo banco.

Valentino era un vagabundo que perdió todas sus riquezas en un campeonato contra Franchesco Viazzi. Ya nadie se acuerda del viejo Valentino, pero en su día tuvo un restaurante llamado La vie est belle que tenía tanta lista de espera como hielo tiene el antártico. Los dos con tanto frío se pusieron a hablar durante horas, Luigui contándole sus penas y Valentino ansioso de darle su ayuda. 
Con mucha ilusión, los dos decidieron partir, y con el poco dinero que tenía Luigui, compraron los ingredientes básicos para cocinar algunos platos sencillos pero a su vez exquisitos y venderlos en plena calle.
Muchos chefs famosos compraron en su humilde banco con una mesa y un mantel viejo algunos de estos platos. Todos y cada uno de ellos reconocían no haber probado nunca algo igual, tan sabroso y peculiar.
Poco a poco, estos dos amigos, recaudaron una gran cantidad de ganancias. Su calidad de vida iba mejorando por momentos, cada vez tenían más clientes, restaurantes importantes les querían en sus cocinas, cada vez les conocía más gente y más gente quería trabajar con ellos.
El día definitivo llegó cuando de repente, entró por la puerta de aquel restaurante donde ahora trabajaban, el gran Franchesco Viazzi. Les ofreció irse con él al sur de Italia, ser un equipo.
Luigui y Valentino no podían creer lo que habían conseguido. Luigui iba a ser por fin un chef internacional al nivel de su gran ídolo y Valentino iba a recuperar su prestigio.

Todo salió a pedir de boca. Sus sueños, por una pequeña casualidad, se hicieron realidad.



3 comentarios:

  1. Muy bien narrado con mucho estilo. Se nota que lees, que sabes escribir bien y que tienes capacidades. Seguro que podrás escribir, algún día, un libro.

    ResponderEliminar
  2. Madre mía , me ha entrado hambre .Genial :D

    ResponderEliminar
  3. Vanesa, a ver si este comentario te llega bien. Saludos.

    ResponderEliminar

Carta de recomendación.

Martes, 5 de Junio de 2018 Buenas tardes, Antonio: Te escribo para recomendarte un libro que he leído recientemente. Se titu...